Trotamundos.
Viajar no es tan sólo moverse en el espacio. Más que eso, es acomodar el espíritu, predisponer el alma y aprender de nuevo. Ortega y Gasset

África será siempre la de la época de los mapas de la era victoriana, el inexplorado continente vacío con la forma de un corazón humano

Graham Greene

La web para los que viajan sin prisa
África en el Corazón

Uganda, el manantial de África

La historia reciente de Uganda está marcada por la sangrienta dictadura de Idi Amín, que tomó el poder en 1971 mientras el presidente Obote estaba fuera del país, en una conferencia de la Commonwealth. Con un apoyo entusiasta al principio por parte de la población, Idi Amín prometió el retorno a un poder civil en un período de 5 años ,algo que como bien sabemos nunca cumplió. En 1972 disolvió la asamblea nacional y expulsó a toda la población asiática, mas de 100.000 personas, que eran el eje del comercio y la economía, lo que provocó un caos en la mayoría de los sectores. En 1978, para distraer la atención de los problemas internos, lanzó un ataque masivo contra Tanzania, aunque su ejército, indisciplinado y carente de moderno material bélico, sufrió una derrota masiva, que obligó a Idi Amín a exiliarse, primero en Libia, y posteriormente en Arabia Saudí, donde aún reside. El ejército tanzano permaneció en Uganda hasta la celebración de elecciones en 1980, ganadas por Obote, pero las acusaciones de ?pucherazo? llevaron a un nuevo período de inestabilidad política, aunque la economía en los últimos años ha tenido una recuperación importante, gracias al retorno de muchos asiáticos a los que se les han devueltos sus propiedades embargadas en 1972.

La geografía de Uganda está marcada por el Ecuador, que la atraviesa y su ubicación en la zona de los grandes lagos, lo que la hacen un país enormemente fértil y variado; montañosa en gran parte de su territorio, está surcada por ríos, enormes lagos y cataratas, que albergan una vida salvaje muy rica y diversa. Stanley la definió como ?la perla de África?, y Winston Churchill decía que era ?El paraíso perdido?. El principal grupo étnico del país es el Baganda, con el 16% del total. Uganda obtuvo la independencia en 1963, y como suele ser habitual en África, después de las elecciones y un período políticamente convulso, un ?salvador de la patria? toma las riendas, suspende las libertades civiles y políticas, prometiendo que pronto se normalizara la situación. En este caso fue Obote, que en Febrero de 1966 suspendió la constitución, destituyó a la Presidenta Buganda, y se convirtió en un dirigente absolutista hasta su propia destitución en 1971 por Idi Amín. Los largos años de conflicto y el desmantelamiento de la economía han provocado que en 1991 la esperanza de vida fuera de tan sólo 46 años, 15 por debajo de su vecina Kenya, y 5 de la media africana; el analfabetismo alcanza al 50% de la población, pero en los últimos años se ha hecho un gran esfuerzo de escolarización; una de las imágenes más habituales cuando se viaja por Uganda es la enorme cantidad de niños ataviados con uniformes escolares de todos los colores que recorren las carreteras yendo o viniendo de sus colegios.

Kampala, la capital de Uganda, se construyó como Roma, sobre siete colinas, aunque su enorme crecimiento la han llevado a ocupar 23 colinas en un área de 200 km. cuadrados, con más de 1 millón de habitantes. Como Nairobi, creció al amparo del ferrocarril, que alcanzó las colinas de Kampala en 1915, casi 20 años después del comienzo de su construcción en Mombasa, y fue nombrada capital de Uganda en 1962. La belleza de Kampala, con enormes espacios verdes e infinidad de árboles esparcidos en sus colinas, ha sufrido graves ataques por el boom de la construcción que empezó en 1986, agravado por el hecho de que las fábricas de ladrillos están alimentadas por madera de árbol.

Al día siguiente nuestro camino hacia Uganda continúa después de haber recorrido de vuelta los 2 km de pista embarrada con nuestros dedos cruzados para no tener que repetir el espectáculo de la tarde anterior. Por suerte no sucede nada y retornamos a la carretera con un ¡Uff! de alivio que sale de las gargantas de la gente. Nuestra llegada a la frontera entre Kenya y Uganda se produce a media mañana y aunque no hay prácticamente gente, los trámites burocráticos se demoran casi una hora; es algo que también aprenderemos a soportar con paciencia en las varias fronteras que cruzaremos en el resto del viaje. Retomamos el camino hacia Kampala, la capital de Uganda, donde todavía se pueden observar las secuelas de la guerra civil que asoló el país durante la dictadura de Idi Amín y que provocó un desastre humanitario y un éxodo masivo de gente a Kenya y otros países, además de diezmar y provocar la casi total desaparición de elefantes y otras especies; de todas maneras, las únicas huellas visibles son marcas e impactos en edificios, ya que por todas partes se aprecia una alegría de vivir y un esfuerzo por llevar adelante el país que es admirable. La gente nos preguntaba que nos parecía Uganda frente a Kenya y hacía esfuerzos para que nos sintiéramos como en casa, algo que sin duda consiguieron en mi caso porque sorprendentemente el paisaje de Uganda es muy parecido al de mi Galicia natal, verde y con montañas, y plantaciones de maíz, eso sí de la variedad llamada sorgo rojo que le da una tonalidad especial a los campos; también las carreteras parecían las típicas gallegas, estrechas, sin arcén, cruzando montañas y con curvas cerradas en las que nuestro camión se acercaba peligrosamente al precipicio.

Una vez llegamos a Kampala nos dirigimos al banco a cambiar moneda local, y rápidamente seguimos camino hasta el campamento, que está situado en una ladera desde la que se domina la ciudad y que también nos sorprendió con unas cervezas frías de tamaño desmesurado (75 cl), además de una cabina telefónica modernísima desde la que se puede llamar automáticamente a cualquier país del mundo. El campamento está lleno de gente de todo el mundo, cada uno con su historia de África, algunos llevan meses pululando por aquí y otros son como nosotros recién llegados a los que supongo todavía no se nos ha quitado la expresión de asombro del rostro por todo lo que estamos viendo. La mañana siguiente nos despierta con una espléndida vista de Kampala asomando entre las brumas; nos ponemos temprano en camino para alcanzar en el día la frontera de Zaire, la carretera discurre entre plantaciones de té y platanales, salpicadas en el fondo de los valles por extensiones enormes de plantas de papiro. La carretera se hace cada vez más montañosa y su estado es cada vez más precario, por lo que nuestros rostros adquieren cierta expresión de pánico por la altura a la que estamos y lo definitivo que sería un despiste; todo ello además se agrava por los múltiples conductores temerarios que nos adelantan en curvas, cambio de rasante o donde coincida; enormes camiones cisterna del WFP (World Food Program), organismo responsable de la alimentación de los miles de refugiados que malviven en los campamentos fronterizos entre Uganda y Zaire. Supongo que los conductores cobran a destajo porque su conducción es realmente suicida, y por supuesto en nuestro recorrido vemos varios camiones volcados en las cunetas. Alcanzamos una altura cercana a los 2.500 metros y el descenso es igual de arriesgado, aunque conseguimos bajar sin más incidencias. Llegando a la frontera con Zaire pasamos por delante de un campo pequeño de refugiados donde se hacinan miles de personas. La visión en directo de la enorme tragedia humana que ha supuesto la guerra de Ruanda nos deja mudos y en silencio recorremos el resto de la ruta hasta la frontera de Zaire.
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